viernes, 6 de noviembre de 2009

Porque mañana debe ser mejor que hoy


Hace un par de meses regresé a España después de un tiempo en una prestigiosa universidad moscovita. Allí cerebritos de todo el mundo se pasaban el día haciendo crónica de la crisis financiera en clases y pasillos -donde colgaban enormes televisores de plasma conectados 24h a la BBC y CNN que daban cifras frescas non stop para los allí reunidos-; le daban causas, consecuencias al problema y arreglaban el mundo ahí mismo con sus brillantes soluciones. Aunque cuando el tema iba de España sólo se oía lo mal que estaba la cosa aquí... Asustaba la vuelta con este panorama, más aún cuando muchos de mis muchos amigos recién licenciados como yo me decían que ni se me ocurriera volver, que si tenía algo atado allí, que no lo soltara. Que aquí imposible. Ver Televisión Española Internacional siempre me dejaba confuso: pero qué bien juega el Barça, intensas nevadas incomunican a los 15 habitantes de Los Guijarros de Arriba, David Bisbal se fractura el coxis en su gira por el Levante. ¿En la tele de aquí pasaban del tema también? ¿Pasan aún?
Como decía, volví a esta tierra seca con magia. Pasé unos días de un lado a otro visitando a seres queridos. Y allí donde iba siempre andaba topándome con calles levantadas, desvíos, polvo, chalecos reflectantes… obras todas ellas que no se levantaban en un palmo del suelo, que no se extendían más de unos pocos metros cuadrados… ¡La fiebre de la chapuza! Uno puede pillar un cabreo muy gordo con las obras, pero a mí de éstas lo que más me enervaba eran esos carteles que las rodeaban, PLAN E “hemos venido a salvarle, oiga”.
En Daimiel la primera sorpresa fue toparme con una calle en obras que ya se había remodelado hacía un par de años. Resulta que era la tercera vez en dos meses que tenían que levantar y volver a poner el empedrado: al acabar la primera e innecesaria obra resulta que no habían enterrado los conductos del gas. ¡Pero cómo se va a planear bien el apaño en 15 días si además ni siquiera hace falta de arreglala! me decían los abuelos. Levantado y vuelto a tapar, los vecinos cayeron en la cuenta de que no había alcantarillado y tocó volver a empezar de nuevo.
En la zona de Montiel, unos viejos a la sombra me contaban que los dichosos carteles y las vallas de obra llevaban unos meses ahí, pero que no había aparecido ningún obrero.
En Barcelona el cabreo se volvió vergüenza ¿habrá costado más la inversión en obra pública, o la impresión de toda esa propaganda del Estado de España?
Me he enterado que tanto alboroto se debe a un plan de de estímulo para la economía y el empleo. Me he enterado a la vez de que mi padre, honesto profesor de derecho mercantil en la Universidad Complutense de Madrid, me contara que no será renovado el año que viene muy a pesar de sus compañeros y alumnos, por recortes en los presupuestos en enseñanza. A la vez, también, de que mi hermano, un joven Doctor en Filología y con muchas cosas que aportar al mundo de la lingüística, este año no puede optar al contrato de investigador de la universidad porque no habrá convocatoria. No money, baby.
Si hubiesen estado un poco más rápidos, podrían haber dejado sus ocupaciones para pasarse al levantado y recolocado del empedrado nacional, pues parece que investigar y formar a profesionales, ya no es una cosa beneficiosa para el país, y ahora lo que mejor se puede hacer para sacar esto adelante, es pagar a tres paletas para que durante un par de meses no sigan abultando las listas de paro. Pero resulta que ya ha llegado el desgraciado momento en que todos esos adoquines están colocados en su sitio. ¿Y qué les queda a ahora a ellos? ¿Y a los que llegaron a tiempo a subirse al carro y ahora vuelven a estar en las mismas que antes?
Yo casi que me doy media vuelta y me vuelvo a marchar donde las cosas pintan un poco mejor, viendo cómo se están haciendo las cosas aquí. Este drama de unas reservas nacionales perdidas en la nada más absoluta, de una gestión deshonesta vendida a la imagen, me da ganas de llorar. Es el drama de una generación con potencial desilusionada y privada de los recursos por los que sus padres se mataron a trabajar, este drama de la victoria de lo cutre...

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