martes, 14 de diciembre de 2010

Wikileaks. Qué.

¡Terroristas! ¡Activistas pijos melenudos que comprometen la seguridad de unos soldados que aún se están jugando la vida en el campo de batalla! ¡Hackers ladrones de documentos de trascendencia mundial! ¡Ya no hay respeto por nada! ¡Una organización sustentada con donaciones que vaya usted a saber si son de Al Qaeda!

¡El mesías, Assange es... el nuevo Mesías!

Para verano de 2010, ya me había registrado, eliminado y vuelto a registrar (así unas cuatro veces) en las distintas redes sociales en las que Wikileaks anuncia sus publicaciones. Por un lado tenía el presentimiento de estar presenciando un acontecimiento de una relevancia y calidad históricas; por otro, los medios me obligaban a pensar que este australiano era un peligro público.

¿Pero de qué va todo esto? ¿Y encima ahora salen con que el tipo con cara de pervertido está acusado por violación y abusos en Suecia? ¿Y la acusación ocurre a penas unas semanas después de que comience la publicación masiva de documentos militares clasificados?

Un dato: Wikileaks se limita exclusivamente a publicar en bruto los documentos que obtiene sin manipular la información, no existe una publicidad para la organización (su site es puramente funcional, por ejemplo) y la web a penas emite comunicados; solo desde las redes sociales, la organización comparte artículos que la prensa escribe a cerca de Wikileaks.

Otro dato (existen versiones en español más cortas en www.youtube.com):


Brutalidades como esta, publicada por Wikileaks la pasada primavera, han pasado casi desapercibidas en los medios de este país y en muchos otros. En general, la opinión pública ha tenido más miedo a aquel que ha tenido el valor de destapar una verdad tan incómoda, que a aquellos que son capaces de cometer crímenes de guerra como este.


Wikileaks está librando una batalla muy controvertida, pero que puede ser de gran valor. Se acaba de declarar una guerra y nos corresponde a todos terminarla volviendo la situación a nuestro favor.


Te invito a que, durante unos días, me acompañes en el análisis de un acontecimiento que está llamado a hacer de juez de jueces.

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