martes, 21 de diciembre de 2010

Activismo o vida

El activista carga con una idiosincrasia dramática: se cuentan por millones los que, en la historia, traicionaron su causa en el momento en el que empezaron a ejecutarla. Es fácil comprender este devenir dramático de “la causa humana” en procesos tan flagrantes como la constitución de la Unión Soviética (Milovan Djilas, en La Nueva Clase, ofrece una explicación maestra de este fracaso).

Pero hagamos un esfuerzo de abstracción: si hubiéramos estado allí y en aquella época, ¿no habríamos acompañado a todo aquel montón de gente que se levantaba en armas en favor de la libertad y de un mundo de orden justo? Volvamos a casa buscando ejemplos más cercanos: ¿no debieron ser ilusionantes las constituciones de sindicatos como UGT y CCOO tras la llegada de la democracia? ¿Pero no han sido esos mismos sindicatos los que últimamente han abandonado a los trabajadores, preocupados solo por su posición y su bolsillo?

El activista es un ser valiente que cree en el progreso. El activista ha sido, en la historia, un factor detonante de grandes cambios y revoluciones (y guerras) que han supuesto mejoras concretas en nuestras vidas. El problema del activista es que, en las pocas veces en las que no ha acabado en el paredón o tomado por loco, generalmente se ha visto obligado a suplantar a la antigua institución de poder creando, en la mayoría de los casos, otra institución con disfuncionalidades y abusos de poder parecidos a los de la anterior.

¿Entonces, nos echamos a llorar y nos conformamos con toda la mierda que se nos echa encima?

Antes de ayer leía una noticia que bien viene al caso:

La madre de una joven mujer asesinada en Ciudad Juárez, Marisela Escobedo, harta de ver morir a una generación de chicas inocentes, se echa a la calle ella sola en contra de gobiernos y mafias. Después de algún tiempo haciendo campaña, empieza a recibir amenazas de muerte; la mujer pide protección policial que le es denegada. Entonces, decide instalarse en las puertas de los juzgados de la ciudad: "No me voy a esconder. Si me va a venir a asesinar, tendrá que venir a asesinarme aquí para vergüenza del Gobierno”. A los pocos días las amenazas se cumplen.

Hoy, para mayor lamento, recibo la noticia de que la pareja de esta difunta activista ha aparecido también asesinada. ¿Y ahora esperaremos hasta que maten a la niña?

Hace unos días, hablaba con un señor muy sabio sobre el compromiso del activista. A propósito del progreso y de mi ilusionada actitud para con Wikileaks, me dijo que “Morir es más elegante, pero vivir es la única opción posible”.

Bradley Manning, Marisela Escobedo… Me hacen perderme en ideales de democratización de la justicia que este Assange me ha metido en la cabeza.

1 comentario:

  1. “Morir es más elegante, pero vivir es la única opción posible”

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